Diabetes en niños y adolescentes

Diabetes en niños y adolescentes

La diabetes mellitus es una enfermedad metabólica cuya principal característica es la elevación de los niveles de glucosa en sangre (glucemia). El aumento de glucemia es el resultado de defectos en la secreción de insulina, en su acción o en ambas. La insulina es una hormona que fabrica el páncreas y que permite que las células utilicen la glucosa de la sangre como fuente de energía.

La diabetes es una enfermedad muy común. En el mundo hay cientos de millones de personas afectadas. La diabetes tipo 1 (también llamada diabetes juvenil) es característica de personas jóvenes y se produce por que el páncreas no fabrica insulina. La diabetes tipo 2 (también llamada del adulto) es menos frecuente en niños y adolescentes aunque en los últimos años el número de casos está aumentando como consecuencia de la obesidad. En este tipo de diabetes el cuerpo no produce suficiente insulina o no la utiliza bien.

Los niños con diabetes no tratada orinan muchas veces (poliuria), incluso por la noche (nicturia), llegando en ocasiones a volver a mojar la cama (enuresis). Además tienen mucha sed por lo que beben mucho (polidipsia). Al no poder utilizar la glucosa, las células reclaman energía por lo que aumentan la cantidad de alimento (polifagia). Sin embargo aunque coman más, la glucosa no llega a las células y pierden peso (adelgazamiento). Con frecuencia suelen estar fatigados o menos activos que antes y en ocasiones se muestran irritables.

Los niños con diabetes mellitus deben medir sus niveles de glucemia, controlar su alimentación y realizar ejercicio físico a diario. Los diabéticos tipo 1 además SIEMPRE necesitan inyectarse insulina. Los afectados por diabetes tipo 2 pueden ser controlados unicamente con dieta y ejercicio aunque en ocasiones necesitan medicamentos (antidiabéticos orales) e incluso insulina.

De no controlarse adecuadamente, a largo plazo, la presencia continua de glucosa alta en la sangre puede provocar alteraciones en la función de diversos órganos, especialmente los ojos, los riñones, los nervios, el corazón y los vasos sanguíneos. Por eso y para garantizar que el control de la enfermedad sea óptimo, los niños con diabetes son revisados en consulta con frecuencia para, revisar sus niveles de glucemia, ajustar la dieta y la insulina y medir la hemoglobina glicada (HbA1c). La HbA1c indica el nivel de control glucémico promedio obtenido en los 3 meses anteriores a su determinación y se relaciona con el riesgo de complicaciones de la diabetes a largo plazo.



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