Asma

El asma es una enfermedad crónica del aparato respiratorio en la que existe una inflamación bronquial. Los bronquios se obstruyen por su respuesta irritativa frente a diferentes estímulos ambientales dando lugar a síntomas como tos, “pitos” o sensación de falta de aire. La intensidad de estos síntomas es muy variable y cambia a lo largo de los días y de los meses.

Hay factores de riesgo, que favorecen o son la causa de padecer la enfermedad. Entre ellos está el componente hereditario, el fondo o predisposición alérgica, la obesidad, la rinitis, los relacionados con la etapa del nacimiento (prematuridad, nacimiento por cesárea, tipo de lactancia, dieta o tabaquismo de la madre) y también los factores ambientales (alérgenos, infecciones respiratorias, ser fumador activo o pasivo).

Existen también unos factores desencadenantes que son los responsables de la aparición de los síntomas y el empeoramiento del asma como son la contaminación ambiental o en el trabajo, el humo del tabaco, los cambios climatológicos como el frío o calor intensos, las emociones (risa, llanto, pánico, etc.), el ejercicio, las infecciones respiratorias y la ingestión de algunos medicamentos como el ácido acetilsalicílico y antiinflamatorios. Estos factores tienen mucha importancia porque las medidas a tomar para evitarlos son fundamentales en el tratamiento.

Las recomendaciones generales para el manejo del asma incluyen: instruir a los niños y cuidadores en el lavado de manos para evitar el contagio de infecciones respiratorias, si se ha prescrito un tratamiento de mantenimiento cumplimentar su administración diaria, evitar la exposición al humo del tabaco, si el niño padece sobrepeso u obesidad animarle a bajar peso, en caso de que el niño sea alérgico seguir las recomendaciones de evitación pautadas por el médico.