01 Ago Ahogamientos.
En España, los ahogamientos son la segunda causa de mortalidad infantil accidental. Los grupos de mayor riesgo son los niños pequeños (1 a 4 años), los adolescentes y los niños con discapacidad o enfermedades crónicas (epilepsia…).
No obstante, el riesgo existe a cualquier edad y puede evitarse siguiendo unas sencillas normas de actuación a la hora de ir con niños a algún lugar con agua.
Los menores de un año pueden ahogarse de manera rápida y en poca cantidad de agua (bañeras, cubos o piscinas hinchables) si no están adecuadamente vigilados. Nunca se debe dejar solo a un niño en la bañera, aunque sea por unos segundos. Es recomendable vaciar todos los recipientes que contengan agua después de utilizarlos y colocarlos boca abajo, sobre todo los de gran capacidad (más de 20 litros). Mantenga las puertas del cuarto de baño siempre cerradas.
Los niños pequeños tienen mayor riesgo de ahogarse porque son independientes y no reconocen las situaciones de peligro. Los ahogamientos a estas edades suelen ocurrir en las piscinas unifamiliares o de comunidades privadas. Este riesgo también se incrementa en la adolescencia. Los adolescentes, se creen invulnerables, realizan actividades acuáticas de mayor riesgo y en ocasiones pueden consumir determinadas sustancias (alcohol, drogas) que disminuyen la capacidad de reacción.
La supervisión o vigilancia de cualquier niño que se encuentre próximo a un entorno acuático, es la medida de prevención más importante para evitar los ahogamientos. Ninguna otra medida preventiva puede sustituir a la vigilancia activa de un niño.
RECOMENDACIONES PARA PADRES:
- Aprendizaje. Antes del verano y desde bastante pequeños deberían aprender a flotar primero y nadar después.
- Vigilancia. En todo momento mientras estén en el agua o jugando cerca de ella, mirar al niño cada 10 segundos y permanecer a una distancia tal que le permita llegar en 20 segundos (Norma 10” 20”).
- Seguridad. Tener vallas, alarmas perimetrales o de inmersión y elementos de flotación adaptados a cada niño. Detectar los riesgos y comprobar si existe algún modo de que el niño muy pequeño llegue a la piscina y de qué manera lo haría, para evitarlo. Mantener siempre alejados de la piscina juguetes u objetos que llamen la atención del niño y le hagan acercarse al agua.
- Elegir siempre lugares seguros para bañarse, playas y piscinas con socorrista. Enseñe a los niños a respetar las indicaciones. Evite el baño en ríos, lagos o pantanos. Aunque parezcan tranquilos puede haber corrientes internas, algas y otras plantas acuáticas.
- Educar y enseñar a los niños:
- No bañarse, siempre acompañados.
- No tirarse de cabeza si desconocen el fondo o la profundidad del agua.
- Evitar juegos de zambullidas.
- Usar de forma razonable de los dispositivos hinchables.
- No jugar o nadar cerca de los desagües de las piscinas. Se pueden producir lesiones por succión o atrapamiento de determinadas partes del cuerpo como el pelo.
- Salir del agua si notan algún síntoma extraño (cansancio, frío o agotamiento).
- Evitar conductas de riesgo como bañarse de noche o después de haber bebido alcohol, pues disminuye la capacidad de reacción ante el peligro.
- Confiar en el socorrista si hay que hacer un rescate, seguir siempre sus instrucciones. Si no existe servicio de vigilancia y salvamento, llame al teléfono de emergencias 112. Explique lo que ha pasado, indicando el lugar exacto del accidente y los datos que puedan ayudar a localizarlo. Es recomendable en los hogares con niños realizar un curso de primeros auxilios de la Cruz Roja Española, dado que las maniobras de reanimación cardiopulmonar básica precoces son esenciales.